jueves, 16 de abril de 2009

homenaje a los Maestros artesanos del barro Coro La Vela

Coro, Estado Falcón-Venezuela, abril 16.2009

 

 

Nueva Cuaderno de avances del Atlas Etnográfico Cultural del Estado Falcón-Venezuela

 

Por Lic. José Millet*

 

 

A los poetas, escritores, investigadores, estudiosos, docentes, estudiantes y comunicadores sociales de Falcón, Venezuela y el mundo.

 

Asunto: Noticia de una nueva producción del Atlas Etnográfico del Estado Falcón-Venezuela.-

 

En ocasión de la presentación del primer Cuaderno de Avances del Atlas Etnográfico del Estado Falcón-Venezuela, numerosos medios de difusión masiva--entre los que destaca el diario de circulación nacional Ultimas Noticias que lo reflejó en su edición dominical del pasado 22 de marzo--se hicieron eco del hecho de que nuestro Centro de Investigaciones Socioculturales se encuentra enfrascado en producir varios números de estos Cuadernos, entre los que están próximos a ser terminados los correspondientes, uno al cantautor paraguanero Alí Primera y, el otro, al barro. La presente nota está dirigida a hacer un breve comentario a la importancia de este último, entre otras razones porque queremos aportar datos estar en mejores condiciones de responder la pregunta de por qué la ciudad de Coro y el poblado marítimo de La Vela de Coro fueron inscriptos por la UNESCO en su Lista de Patrimonio Mundial.

 

Al barro se le ve sólo en la dimensión de material empleado en la construcción y, si seguimos repitiendo este error de simpleza, puede que lo convirtamos en un horror…que habla mucho de nuestra ignorancia. Podríamos hablar de él desde el punto de vista de su composición química o de sus excepcionales propiedades físicas, para explicar por qué ha sido empleado por muchos pueblos, desde tiempos anteriores a la escritura, para edificar casas de vivienda y otro tipo de construcciones. Dejaríamos así a un lado lo principal: la causa económica que ha determinado que el ser humano haya echado garra de elementos materiales que están al alcance de sus manos y justamente con ellos haya podido elaborar obras y bienes que han perdurado la acometida del tiempo y de factores tan terribles como la erosión y los fenómenos metereológicos que tienen lugar cerca del suelo en nuestra zona tropical. La necesidad imperiosa de resguardarse de las inclemencias del clima o de adaptarse a él del modo más eficiente y rápido, lo condujo a usarlos y, con la práctica continua e inteligente, a conocer todo los misterios y aspectos ocultos a los sentidos físicos que estos materiales encierran. Justamente, con esta publicación queremos llamar la atención acerca de algunos de estos temas muy poco tratados o a menudo muy mal evaluados por académicos y “legos”.

 

Detrás del barro existe una suma enorme de asuntos por estudiar y por descubrir. Concentrémonos, sucintamente, en uno de ellos: los saberes de que este “material de construcción” es portador. De ellos han derivado un cúmulo, inabarcable por la simple inspección, e inmedible cuantitativamente, de “apreciaciones”, observaciones empíricas y datos fruto de observaciones concienzudas de la Naturaleza y de sus cambios ocurridos a lo largo de milenios. De esa carga de subjetividades están impregnados las manos, los cuerpos y la vista de seres humanos que, a la larga, terminarían por “especializarse” en su dominio y empleo; me refiero a los artesanos y, muy particularmente, a los Maestros artesanos del barro. Es a estos saberes y a estos sujetos, que tenemos la dicha de encontrar por centenares en nuestra región de Falcón, a los que está enfocado nuestro empeño en la edición de una producción digital que se propone contribuir al rescate y fortalecimiento de la “memoria del barro”.

 

Como dice el poeta, lo sencillo nos cuesta la vida: la ciencia del hombre y sus creaciones,  a este objeto queremos consagrarnos de aquí en adelante, con la certidumbre de que estamos caminando, rectamente, hacia la meta última que nos hemos trazado: resaltar al sujeto creador, a los portadores y conservadores de un valioso tesoro, que es lo que realmente constituye y exalta el mencionado organismo internacional con su reconocimiento de que forma parte del capital humano y espiritual de todo el planeta tierra, de todas las criaturas que lo habitamos, por supuesto. De modo que no fue el conjunto de edificaciones habitaciones, ni su carácter “histórico”, ubicadas en el casco urbano de Coro y también en el de La Vela, lo que predominó en el jurado internacional que evaluó la solicitud, hecha por un equipo de personas de Falcón y de instituciones venezolanos, para recibir tal reconocimiento supranacional, sino en primerísimo lugar las cualidades del sujeto colectivo que produjo tales saberes, los objetos en que ellos se han concretado y los modos, métodos y medios con que los ha conservado, muy a pesar de los sucesos y situaciones adversas a los que ha debido enfrentarse y sortearlos, no siempre con suerte.

 

Este Cuaderno de Avances titulado Coro-La Vela: memorias del barro colocado ahorita en Internet en el sitio http://atlasetnograficofalconbarro.blogspot.com/ , a la espera de su versión impresa, se ha impuesto seguir la línea trazada en el primero, dedicado a Las Turas: dar espacio a este sujeto colectivo que se concreta en una modalidad de individuos, grupos y comunidades que son los verdaderos responsables de que aquellos saberes no se hayan perdido irremediablemente, como ha sucedido en otras latitudes del orbe y con una dinámica temporal realmente alarmante por su galope de caballo desbocado. El Atlas, a través de sus Cuadernos de Avances, no es más  que una ventana o espacio en que les hacemos justicia: les damos la palabra para que ellos nos trasladen los complejos procesos de elaboración de los objetos convertidos en símbolos, que han tenido lugar desde períodos que no alcanzan los registros escritos y con modos que no han sido suficientemente visualizados ni mucho menos registrados. Así se concretan la elaboración artesanal del bahareque—herencia de nuestros pueblos amerindios del Caribe y de Nuestra América--, del adobe y de otras modalidades de objetos de los que ahora tenemos la dicha de conocer cómo se producen, manejan y llegan a circuitos de circulación en donde todos los vemos o compramos, ajenos por imperativos de la civilización a ese otro “iceberg” que existe detrás de ellos. Y en sus páginas están sus rostros, el perfil definitivamente humano de ellos y de sus familiares, en el ámbito cálido de su hogar y de la comunidad donde hacen vida. Estos artesanos, como lo hicieron los tureros de San pedro y de Mapararí, abren hendijas para que visualicemos sus existencias, sepamos de lo hecho por ellos en materia tanto de creación como de “mantenimiento” de los bienes y  en ocasiones exponen brillante y tajantemente sus ideas, como lo hizo el Maestro Jesús Chucho Morillo refiriéndose a otro de sus pariguales: “el patrimonio es Chucho Coello”. Esa es la “verdad verdadera”, al decir de nosotros los venezolanos-latino-caribeños.

 

En la sede oficial de nuestro Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF), mañana viernes 17, a las 10 a.m., estaremos presentando la versión digital de este cuaderno dedicado a los saberes del barro y a sus creadores-portadores. Allí estarán quienes merecen no sólo todo nuestro respeto y estima, sino el marco legal y de protección social máximos para garantizar la preservación de sus valiosas vidas: los maestros y artesanos del barro. Más allá de la simple formalidad de hacerles esta modesta invitación para que compartan con nosotros la alegría de tenerles entre nuestros compañeros fraternos, el encuentra en realidad se propone rendirles homenajes en nombre del pueblo de Coro y La Vela, donde ellos nacieron y han visto encanecer sus cabellos. Y ese homenaje es el de de todo ser digno de la Tierra.

 

* milletjb2007@gmail.com

. Escritor e investigador. Jefe del Centro de Investigaciones Socioculturales del instituto de Cultura del Estado Falcón-Venezuela